El Reino del Sol Naciente y los dos primos (y 2)

Japan's Emperor Akihito (L) and Empress Michiko attend a ceremony marking the 65th anniversary of Japan's surrender in World War Two, at Budokan Hall in Tokyo August 15, 2010. REUTERS/Toru Hanai (JAPAN - Tags: ANNIVERSARY POLITICS ROYALS CONFLICT)
Los actuales emperadores, Akihito y Michiko.
Perder su libertad e independencia para pasar a estar permanentemente controlada en una corte tan rígida es un trago por el que tuvo ya que pasar la actual emperatriz, Michiko Soda. No en vano, fue la primera plebeya en entrar a formar parte de la Familia Imperial. La bellísima Michiko conoció a su marido, el emperador Akihito, jugando al tenis. Y es que el actual emperador ha marcado varios hitos en el trono del Crisantemo. Ha sido además el primer emperador en no ser considerado una divinidad –su padre, Hiro-Hito, sí que lo fue, al menos hasta perder la Segundad Guerra Mundial- y el primero en ser instruido en las costumbres occidentales por institutrices. Su esposa, la plebeya Michiko, también presentó ciertos síntomas de enfermedad cuando entró a vivir en la Corte japonesa. Incluso llegó a tener afasia, una pérdida de la voz que –cuenta la leyenda- le fue provocada por la presión que sobre ella ejerció su suegra la emperatriz Nagako, que sí pertenecía a la aristocracia y la Corte. Es muy evidente que la rígida corte japonesa y la forma de entender el papel de la mujer en la sociedad han tenido y tienen bastante que ver con el sufrimiento de estas integrantes de la Familia Imperial. De otra forma, no se entendería que estos problemas se planteasen más de una vez.


Por eso, algunos sectores pensaron que tras las reformas necesarias y el acceso al trono de la princesa Aiko, se favorecería el cambio de imagen y costumbres para con la mujer en la sociedad nipona. Lo más curioso de la cuestión es que Japón sí que ha tenido emperatrices titulares en el pasado, aunque ninguna de ellas dejó descendencia. El trono volvía a recaer en el pariente masculino más directo y, por tanto, siempre se ha mantenido hasta la actualidad –el emperador Akihito es el número 125- la línea masculina directa. Pero con Aiko el problema se planteaba en un doble sentido: no sólo era mujer, si no que en su generación sólo habían nacido en la Casa Imperial princesas. Por ello, el Parlamento japonés comenzó a debatir sobre la posibilidad de hacer reformas para que Aiko reinara, unos debates en los que los sectores más conservadores de la Corte –incluidos algunos familiares del Emperador- llegaron a plantear incluso la posibilidad de recurrir de nuevo a las concubinas para engendrar herederos. Ver para creer. Sin duda, entendemos ahora la melancolía que muestra la princesa Masako si tiene que tratar con “personajes” así.

Pero hete aquí que durante el proceso de debate, la Corte Imperial anunció el embarazo de la princesa Kiko, esposa del príncipe Akishino, segundo hijo del Emperador, y que hasta ese momento sólo era madre de otras dos niñas ya adolescentes, las princesas Kako y Mako. No sé si los conocen o conocéis, pero siempre han corrido rumores de desavenencias entre los hermanos príncipes –ni los japoneses se libran- y de las ansias de poder de Akishino y su mujer. Suponemos que debido a ello y a otros factores que desconocemos, pronto se comenzó a especular que mientras el heredero promovía las reformas para permitir a su hija reinar, su hermano y su cuñada acudían a clínicas de fertilidad para engendrar un varón que se quedase con el trono del Crisantemo. Maldades aparte, lo cierto es que resulta demasiado casual que justo cuando estaban llevándose a cabo los debates de reforma de las leyes de sucesión, Kiko diera a luz al esperado varón, el príncipe Hisahito. El primer hombre nacido en la Familia Imperial Japonesa en más de 40 años, porque precisamente el último fue su padre. Y es más que curioso si tenemos en cuenta que Kiko es una mujer ya entrada en la cuarentena, con dos hijas mayores; algo similar al caso de la princesa Masako.

El nacimiento de este niño, que ahora tiene 4 años, fue un terremoto de tal calibre y una alegría tan inmensa para la Corte, que se llegó hasta el punto de parar en seco los debates para las reformas. Se consideraba la sucesión garantizada. Y es curioso comprobar cómo Hisahito ha pasado a ocupar el lugar central de las fotos oficiales, junto a su abuelo el Emperador y cerca de su tío, el príncipe heredero.

En todo este discurrir de acontecimientos y en fechas más recientes, algunos sectores han planteado una posibilidad de reformas que permitiesen reinar a Aiko tras su padre, aunque a ella –al ser mujer- le sucediese su primo Hisahito y no los hijos que tuviese. Al modo de las antiguas emperatrices. Se cree que con esta medida se contentaría a todos los sectores de la Corte y sería un primer paso para reformas más profundas a realizar en el futuro. Sea como fuere, las reformas tendrán que llegar. Como el emperador dejó de ser una divinidad y comenzó a educarse también a la manera occidental, como una plebeya llegó a ser emperatriz, el Trono del Crisantemo llegará a estar ocupado algún día por una mujer, de la que además heredará uno de sus hijos. Mientras, sólo cabe esperar a ver cómo Japón soluciona la herencia de su trono entre los dos primos.

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