Carlos Gustavo de Suecia y sus hechos del pasado

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Muchas veces me he preguntado qué ocurriría si en lugar de habernos tocado en suerte en España el Rey Don Juan Carlos, nos hubiese tocado un monarca tipo Carlos Gustavo de Suecia. Sí, sé que es algo impensable, ya que probablemente hubiera tenido que cambiar su proceder y desde luego ocultar otras tantas costumbres de las que el monarca sueco hace gala y que aquí serían intolerables… Todo esto me vino a la mente hace unas semanas con motivo de la salida al mercado de una biografía del Rey de Suecia en la que éste no sale precisamente bien parado. Se le acusa de haber llevado una existencia algo “disipada”, salpicada de costumbres como la frecuente visita a clubes nocturnos, relaciones con diversas señoritas, juergas y frecuentar amistades peligrosas, entre otras cuestiones.

La reacción de la corte sueca no se hizo esperar, aunque las explicaciones ofrecidas por el monarca no han ido en el sentido que todos creían. Quien esperase la negación de todos los hechos narrados quedó sorprendido porque el Rey declaró que se trataban de hechos del pasado, dando a entender asimismo que había pedido perdón a la Reina Silvia por ello. Sorprendente. Pocas veces desde entonces hemos tenido oportunidad de verlos en público, pero de sus comparecencias nada ha podido extraerse. Ya se sabe: los reyes no muestran sus sentimientos en público. Si la Reina está enfadada, lo estará tras los muros de Palacio. Otra cosa es su marido, que aunque ahora no lo haya hecho, sí que es experto en meteduras de pata cuando de no hacerlo se trata.

El Rey Carlos Gustavo de Suecia es para mí conocido sobre todo por sus comentarios impertinentes y a destiempo en sus actividades oficiales, entrevistas y comparecencias, así como por su poco tacto a la hora de inmiscuirse a veces en cuestiones políticas. Ya sabemos que un Jefe de Estado Rey nunca debe hacerlo. Muchos achacan estas meteduras de pata a su dislexia (heredada por la princesa Victoria) pero no siempre pueden atribuirse sus errores a este hecho. Célebre fue su pelea con los políticos suecos cuando fue reformada la legislación sobre los derechos de sucesión de la Corona, para borrar la preeminencia del varón sobre la mujer. El Rey quería que lo heredara su hijo el príncipe Carlos Felipe y no su hija Victoria, a pesar de ser la mayor. No consiguió nada y se le conminó a recordar que no debía inmiscuirse en cuestiones políticas. En la reciente boda de Victoria de Suecia, intentó que las arcas estatales aportasen una mayor cantidad para sufragar los gastos de la misma, pero finalmente tuvo que poner de su bolsillo más de lo que preveía. Hubiera resultado ofensivo lo contrario, sobre todo en tiempos de crisis.

No sé si puede resultar relevante para lo que cuento, pero quizás en el comportamiento pueril del Rey de Suecia, como acostumbrado a salirse siempre con la suya, tenga algo que ver el hecho de haberse criado huérfano de padre, como único heredero y rodeado de su madre y sus cuatro hermanas en la corte de su abuelo Gustavo VI Adolfo. Probablemente criado entre algodones, consentido y mimado. La primera de las grandes decisiones en la que se salió con la suya fue en la cuestión de su matrimonio. Su abuelo no concebía para él más que una princesa, así que poco le importó esperar la muerte del Rey para llegar él al trono y así poder imponer su deseo. Por eso se casó ya como Rey con la azafata alemana Silvia Sommerlath. Nadie se lo pudo prohibir.

Otra de las cuestiones que más famoso han hecho a este Rey son las relacionadas con su afición a los coches y la velocidad. Recuerdo haber leído muchas veces en los periódicos noticias que contaban hechos como que había sido multado por exceso de velocidad, mientras conducía tal o cual coche de alta gama por el centro de Estocolmo. También otros similares. Aunque realmente lo que más me maravilla de este Rey y esta Familia Real es que pienso que estamos ante la monarquía europea que más vida de “nuevo rico” practica. Sin lugar a dudas. Sus actividades oficiales son bastante escasas, sobre todo si las comparamos con las de la Familia Real Española o Inglesa, por ejemplo. A veces tengo la sensación de que se pasan una gran parte del año de vacaciones o actividades similares y los dos príncipes más jóvenes de la Casa, Carlos Felipe y Magdalena, están siempre como bronceados. La verdad es que son numerosísimas las fotos que hemos visto de ellos tomando el Sol a bordo de barcos y yates, esquiando y saliendo de copas con amigos. Las imágenes más alejadas posibles de la vida de trabajo y representación que se espera de un príncipe o princesa.

Cuando esto se publique, probablemente ya habrá tenido lugar la ceremonia de entrega de los Premios Nobel que cada año congrega a toda la Familia Real Sueca alrededor de los premiados. Será el momento de volver a ver a todos los integrantes de la misma. Con el nuevo príncipe Daniel ya ejerciendo de consorte. Otra escena que se repetirá será probablemente la de la cara de estupefacción que el Rey muestra cada vez que entrega un premio. Porque no sé si os habéis fijado, pero esa cara que frecuentemente muestra Carlos Gustavo me desconcierta e inquieta. ¿En qué piensa cuando la pone?...

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