El porqué de mi nombre

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Hace tiempo que quiero contar la historia de la princesa italiana a la que debo mi “nombre”. Supongo que muchos lo sabrán, pero a mi me sigue resultando triste y fascinante. Mafalda de Saboya era la segunda hija del Rey Víctor Manuel III de Italia y la Reina Elena, nacida princesa de Montenegro. Nació en 1902 en Roma y con 21 años se casó con el príncipe alemán Felipe de Hesse, heredero de ese antiguo reino germano. Al margen de que corrieron rumores en la época sobre la bisexualidad de su marido, lo cierto es que los males de Mafalda no iban a proceder de esta cuestión sino de la connivencia de su padre con Mussolini y de la de su marido con Hitler. Ciertamente hay fotos que muestran a Mafalda con su marido y Hitler, éstos con la cruz gamada en el brazo, durante la toma de posesión del príncipe como gobernador de Hesse-Kassell. Pero con ellos, como con tantos príncipes y reyes de la época, ocurrió que fueron usados para los intereses nazis mientras fueron útiles, para luego ser defenestrados. Y pobre del que no se prestase a los juegos de Hitler. Por supuesto que otros sátrapas se sentían identificados con las ideas nazis, pero hay que recordar que el Führer ganó las elecciones y que muchos militares, funcionarios y otros “trabajadores” del régimen no tuvieron otra posibilidad –en los primeros momentos– que trabajar para y con el mismo.




Carlos Gustavo de Suecia y sus hechos del pasado

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Muchas veces me he preguntado qué ocurriría si en lugar de habernos tocado en suerte en España el Rey Don Juan Carlos, nos hubiese tocado un monarca tipo Carlos Gustavo de Suecia. Sí, sé que es algo impensable, ya que probablemente hubiera tenido que cambiar su proceder y desde luego ocultar otras tantas costumbres de las que el monarca sueco hace gala y que aquí serían intolerables… Todo esto me vino a la mente hace unas semanas con motivo de la salida al mercado de una biografía del Rey de Suecia en la que éste no sale precisamente bien parado. Se le acusa de haber llevado una existencia algo “disipada”, salpicada de costumbres como la frecuente visita a clubes nocturnos, relaciones con diversas señoritas, juergas y frecuentar amistades peligrosas, entre otras cuestiones.




Baltasar Carlos, el Rey de España que no pudo ser

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Imaginemos por un momento que nos encontramos en el siglo XVII, una centuria en la que los síntomas del declive español y su imperio eran más que patentes… pero sin embargo y a la vez también se podría decir que éramos la potencia más grande y temida. Imaginemos igualmente  una sociedad que no concebía si no como algo religioso el hecho monárquico y que sentía un respeto reverencial por la figura del Rey. Establecido este contexto, podemos hacernos una idea de lo que supuso para el imperio hispánico el nacimiento en 1629 del un príncipe varón. Sobre todo si era tras haber tenido cuatro hermanas antes, tres de las cuales murieron antes de cumplir un año.

Cuando las comparaciones sobran

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No por bastante esperado ha dejado de sorprendernos el compromiso matrimonial entre Guillermo de Inglaterra y Kate Middleton. Impecables en la puesta en escena y las imágenes mostradas, todo ha estado a la altura de las circunstancias en la presentación de este nuevo acontecimiento feliz en la Familia Real Británica. Para eso son la monarquía con más raigambre, aunque también la más necesitada desde hace tiempo de noticias amables como esta. Pero algo de entre todo ha destacado sobremanera, como si, siendo fiel a su dueña, reclamase el protagonismo por encima del evento: el anillo de compromiso de la fallecida Diana de Gales. Saltando el tiempo ha aparecido en el dedo de la prometida de Guillermo, quien ha asegurado que lo ha regalado a Middleton porque era una forma de tener presente a su madre en un acontecimiento tan especial de su vida. Inmediatamente todas las cámaras han enfocado el magnífico zafiro que refulgía entre los dedos de la novia.

Los destinos 'reales' de la Infanta Margarita

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No me digáis que nunca habéis sentido debilidad por la pequeña niña protagonista de Las Meninas de Velázquez, la Infanta Margarita de Habsburgo, hija de Felipe IV y Mariana de Austria. Tan rubia y angelical, protagonista de la atención de todos los presentes en el cuadro, pero a la vez con una mirada melancólica que al menos a mí siempre me ha inspirado pena. Siento como si su mirada tierna fuera en el fondo una llamada de auxilio, como si se sintiese sola a pesar de estar rodeada de tanta gente. Es lo que me inspira, aunque estos días he vuelto a acordarme de ella por motivos bien distintos.

El Reino del Sol Naciente y los dos primos (y 2)

Japan's Emperor Akihito (L) and Empress Michiko attend a ceremony marking the 65th anniversary of Japan's surrender in World War Two, at Budokan Hall in Tokyo August 15, 2010. REUTERS/Toru Hanai (JAPAN - Tags: ANNIVERSARY POLITICS ROYALS CONFLICT)
Los actuales emperadores, Akihito y Michiko.
Perder su libertad e independencia para pasar a estar permanentemente controlada en una corte tan rígida es un trago por el que tuvo ya que pasar la actual emperatriz, Michiko Soda. No en vano, fue la primera plebeya en entrar a formar parte de la Familia Imperial. La bellísima Michiko conoció a su marido, el emperador Akihito, jugando al tenis. Y es que el actual emperador ha marcado varios hitos en el trono del Crisantemo. Ha sido además el primer emperador en no ser considerado una divinidad –su padre, Hiro-Hito, sí que lo fue, al menos hasta perder la Segundad Guerra Mundial- y el primero en ser instruido en las costumbres occidentales por institutrices. Su esposa, la plebeya Michiko, también presentó ciertos síntomas de enfermedad cuando entró a vivir en la Corte japonesa. Incluso llegó a tener afasia, una pérdida de la voz que –cuenta la leyenda- le fue provocada por la presión que sobre ella ejerció su suegra la emperatriz Nagako, que sí pertenecía a la aristocracia y la Corte. Es muy evidente que la rígida corte japonesa y la forma de entender el papel de la mujer en la sociedad han tenido y tienen bastante que ver con el sufrimiento de estas integrantes de la Familia Imperial. De otra forma, no se entendería que estos problemas se planteasen más de una vez.

El Reino del Sol Naciente y los dos primos (1)

TOKYO, JAPAN - DECEMBER 1: (L - R) Crown Prince Naruhito, Princess Aiko and Crown Princess Masako smile as they pass by in a car upon their arrival at the Imperial Palace to greet Emperor and Empress, on Princess Aiko's 4th birthday on December 1, 2005 in Tokyo, Japan. (Photo by Junko Kimura/Getty Images)Image Hosted by ImageShack.us
La princesa Aiko junto a sus padres, Naruhito y Masako. A la derecha, el príncipe Hisahito.


Fascinación es la palabra que puede definir el sentimiento con el que siempre abordo las cuestiones relativas a la Familia Imperial Japonesa. La monarquía del llamado “País del Sol Naciente” puede ser considerada como la más antigua de cuantas se mantienen en el trono en la actualidad. La sucesión hasta ahora no ha presentado grandes problemas, si bien la descendencia del actual Emperador, Akihito, se enfrenta a una curiosa circunstanci. El príncipe heredero Naruhito sólo tiene una hija, Aiko, pero las mujeres están apartadas del trono. Por su parte, su segundo hijo, Akishino, sí que es padre de un varón, el pequeño príncipe Hisahito. Por tanto, este pequeño sucedería a su tío en el caso de que Naruhito no engendrase en el futuro a un varón. Algo casi descartado, dada la edad de su esposa, la princesa Masako.

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