Acoso y derribo contra la Monarquía española

MADRID, SPAIN - JUNE 12: Spanish Royals (L-R) Princess Letizia, Prince Felipe, Queen Sofia and King Juan Carlos of Spain attend 25th anniversary of EU accession of Spain at The Royal Palace on June 12, 2010 in Madrid, Spain. (Photo by Carlos Alvarez/Getty Images)

Que los sectores más extremadamente conservadores, incluso fascistas, de este país no han perdonado, ni perdonan, ni perdonarán al Rey Don Juan Carlos por no haber seguido con una monarquía del tipo que Franco hubiese querido no es ningún secreto. Durante su etapa como sucesor de Franco a título de Rey, de príncipe de España aunque era el legítimo Príncipe de Asturias, ya andaba el llamado ‘bunker’ haciéndole la vida imposible a Don Juan Carlos. Falta de respeto, feos continuos, olvidos interesados y desprecios para con su padre Don Juan fueron constantes, y muchos expertos señalan a Cristóbal Martínez-Bordiú –Marqués de Villaverde y yerno de Franco- y a Carmen Polo –mujer de Franco- como los principales impulsores de esa actitud junto con otros franquistas de la época.

Ahora, casi como una revisión de todo ello y tras un tiempo de más o menos latencia, la llegada a la Casa Real Española de la nueva Princesa de Asturias, Letizia Ortiz, ha sido la excusa perfecta para que el ala más conservadora y retrógrada de este país vuelva por sus fueros. Desde su mismo ingreso en la familia real, un día sí y otro también ha sido y está siendo objeto del más furibundo ataque contra una persona pública que yo recuerdo haber observado, si lo comparo con otros personajes ‘serios’ de la actualidad política y social española. Los ‘voceros’ de este sector de la derecha, cuando no la han atacado a ella, su profesionalidad, su trabajo, su familia, sus creencias, su manera de vestir, su pelo, sus zapatos, sus hijas, su forma de hablar, etc., etc., etc., han arremetido contra otros miembros de la familia real, pero de paso responsabilizando a Letizia Ortiz como última culpable de todo en definitiva. Si las felicitaciones de Navidad estaban mal hechas por ordenador, si las infantitas salían poco en los medios de comunicación, si las infantas mayores iban poco por Mallorca, si la ‘Bolsa’ española bajaba… de todo tenía la culpa la Princesa de Asturias, que es “quien manda en Zarzuela” en realidad, no el Rey. Porque la princesa siempre ha sido el flanco más débil y el más fácil para atacar a la Monarquía Española por parte de ese sector de la derecha. A estas alturas todos tenemos claro que no sólo se trata de que la princesa no proviene de la ‘altísima’ clase a la que esta derecha cree pertenecer, sino que la utilizan como el elemento que ahora les sirve para seguir atacando a la monarquía.
Por eso están equivocados los que creen que al difundir la ‘noticia’ de las malas relaciones de la princesa con sus cuñadas a quien benefician es a las infantas, al hacer aparecer a Letizia Ortiz como ‘culpable’. Ocurre todo lo contrario: es la monarquía la que sale perjudicada, de manera general. Y si no fíjense que cuando se llama “gastosa y derrochona” a la princesa, se habla seguidamente del despilfarro que supone la Casa Real. Y cuando repite demasiadas veces vestido se continúa con el argumento de lo “poco presentable” que van a resultar nuestros reyes en el futuro. Cuando usó el famoso traje de Armani para la pedida de mano, la acusaron de no usar moda española a pesar de que su sueldo y el de su futura familia lo pagábamos todos los españoles. Ahora que sólo usa moda española, se la acusa de vez en cuando de que podía ir más sofisticada si llevase a veces alta costura extranjera, como hacen otras princesas… Si va sofisticada y elegante se la culpa de querer eclipsar a su marido el Príncipe de Asturias, el único importante en la pareja. Pero si va recatada o simple para no hacerse notar, he llegado a leer que “se nota que no ha encontrado su estilo” y que se muestra demasiado sosa cuando en España se hace ropa tan bonita. En resumen, se trata de comenzar criticándola para seguir criticando de paso otros aspectos de la monarquía. Y también de camino, los que siempre han sido republicanos, aprovechan que el Pisuerga pasa por Valladolid y encuentran gracias a esta ‘moda’, en la prensa, el hueco que en los últimos lustros les ha faltado.
De gran relevancia ha sido, por otra parte, la coincidencia en el tiempo de la boda del Príncipe de Asturias con la preeminencia en España del periodismo del corazón –y a veces ‘serio’- más soez, basura, cutre, poco profesional y respetuoso que hemos conocido nunca. Centrado además de manera única en la búsqueda de rendimientos económicos. Y en este periodismo y sus variantes, ese sector conservador al que nos referimos ha encontrado su veta de oro. Porque no nos engañemos, la izquierda española más radical nunca ha ocultado que es republicana, lo sabemos. Como también sabemos que es minoritaria por ahora. Tal y como es igualmente ambas cosas la derecha más radical. Pero mientras la primera necesita dinero siempre, la segunda lo tiene a expuertas. Por eso sus medios de comunicación parecen muchas veces que van bien, aunque tengo la teoría de que lo que ocurre es que no necesitan de rendimientos económicos urgentes para seguir, porque siempre están bien ‘respaldados’. Otra cosa son los medios de comunicación de la extrema izquierda, que sólo van bien cuando sus ‘iguales’ tienen cuotas de poder, lo que les asegura la continuidad. De las dos partes tenemos ejemplos claros y no hace falta citarlos.
Los dos extremos son tan extremos que a veces comparten hasta intereses, y soy de los españoles que piensa que una parte ha utilizado a la otra en su beneficio o en su descargo. No es extraño que coincidiesen en el tiempo los artículos escritos y radiados más ‘salvajes’ que se recuerdan contra el Rey, La Reina y los Príncipes de Asturias, junto con la quema de fotografías de los Reyes en Cataluña. Mientras la derecha radical pedía la abdicación del Rey, buscaba constantemente las ‘cosquillas’ a Letizia, inventaba las causas del divorcio de la Infanta Elena y Marichalar, distanciaba a la Infanta Cristina de Urdangarín y ponía en boca de la Reina toda clase de calificaciones que sabían le traería problemas; la izquierda radical encontraba en los medios de comunicación el mayor eco nunca visto para actos tan marginales como la quema citada, la exhibición de una decena de banderas republicanas en un acto de los príncipes o la petición de un político -que no representa ni al 0’5% de los votantes españoles- para que un cuadro del despacho de Don Juan Carlos fuese devuelto a un determinado museo.
A pesar del despropósito que todo esto supone, algo resulta inquietante en el desarrollo de estos acontecimientos: el importante eco que todos estos hechos relacionados con la Familia Real Española encuentran en los medios de comunicación actuales. Entregados a la tiranía de las audiencias, todo vale para conseguirla. Cuanto más baratos resulten los profesionales que ofrecen los temas, mejor, y cuanto más escandalosos resulten los temas tratados, mejor. Por tanto la profesionalidad de los periodistas escasea o no existe, y los temas son anécdotas elevadas a la categoría de noticias o inventadas directamente si no están a la altura del escándalo esperado. Aunque pienso que el verdadero problema empieza cuando la información sobre la Casa Real entra dentro de estos contenidos de ‘carnaza’ y no de corazón. Así se comenzó la pérdida de respeto, cada vez más extendida. Y si a esto se suma que en este negocio muchos comenzaron a lucrarse bastante…
Porque otra de las características de este ‘negocio’ es la rápida caída y ascensión de un tema candente de actualidad. Se necesitan ‘informaciones’ nuevas constantemente. Si no las hay, es necesario generarlas como sea. Algunos confidenciales o ‘supuestas’ revistas digitales españolas son el mejor ejemplo. Disfrazan bajo la forma de información textos que no son otra cosa que columnas de opinión, respetables en sí mismas si al menos fuesen firmadas pero que no lo van la mayoría de las veces, además de estar llenas de incorrecciones y errores históricos garrafales. En algún caso, he de reconocerlo, he escrito comentarios de corrección en alguno de estos confidenciales que no han sido publicados como tales pero que sí han sido tenidos en cuenta para corregir los errores sobre la marcha.
El caso es que los meses y años han ido pasando, y lo que al principio parecía una moda pasajera se ha convertido en toda una costumbre peligrosa a la que, según mi parecer, hay que poner freno y situarla dentro de los límites estrictos de la libertad de expresión. Sobre todo porque la forma en que se genera y difunde esta ‘información’ tiene como fines el beneficio económico y el menoscabo del prestigio actual y futuro de los jefes del estado español. No todo debe valer. Puede buscarse el beneficio económico, pero para ello no es necesario inventar ni difamar. Como tampoco lo es si lo que se quiere es un cambio en la forma de Estado. Se puede hacer política sin hacer el gamberro. Si la escalada continúa –que así lo creo-, va siendo hora que el Gobierno de España y la Jefatura del Estado tomen decisiones. El primero para defender a quienes no tienen forma de protegerse ante tanta mentira, y la segunda dando un paso al frente y comience a defenderse como sea ya que el silencio sólo parece alimentar los acontecimientos.

0 comentarios:




Vótame en Bitácoras.com

votar

Valora esta entrada

Artículos relacionados