Trece años de matrimonio de los Duques de Palma

Aunque la mayor parte de los interesados en estas materias reales se hacen eco estos días del aniversario –han pasado ya nada menos que 13 años- de la muerte en París de la Princesa Diana de Gales, quiero recordar con las líneas que siguen que ese mismo año 1997, aunque en octubre, contrajeron matrimonio en la Catedral de Barcelona los Duques de Palma de Mallorca.

Este matrimonio fue recibido por la realeza europea como una forma de mostrar un “renacimiento” a la vida tras tanta tristeza. Y la boda por amor de la Infanta Cristina con un deportista de élite fue la escenificación de la grandeza en sentido positivo de que es capaz la realeza, tras tantas miserias mostradas en el proceso que llevó a Lady Di de la separación al divorcio y posteriores escándalos hasta su muerte trágica.

Recuerdo como si fuera ayer cuando la periodista Olfa Viza relató nada menos que durante uno de los telediarios que la Infanta Doña Cristina iba a contraer matrimonio próximamente y que algunas fuentes indicaban que su futuro marido era el jugador de balonmano Iñaki Urdangarín. Sólo el hecho de que lo contase Olfa Viza ofrecía credibilidad, y además en un informativo de TVE. Por supuesto que todos nos quedamos estupefactos. Nada se sabía de la vida amorosa de la Infanta. Sólo a veces se había publicado alguna foto durante sus vacaciones en Mallorca en compañía de algún amigo –aunque siempre iba acompañada de más gente- o con alguno de sus compañeros de regatas. Porque siempre había estado rodeada de deportistas. Entre ellos tenía a sus mejores amigos, más desde que se marchó a vivir a Barcelona. En ese ambiente deportista intimó con Urdangarín y allí cuajó el noviazgo.

Para cuando se produjo el anuncio del compromiso y la petición de mano, la imagen de Urdangarín ya había dado la vuelta al mundo. Era la antítesis de Marichalar, el ex-Duque de Lugo, que años antes se había casado con la Infanta Doña Elena.  Guapo, rubio, buen mozo, expresivo, directo y poco estirado. Lo comparaban físicamente con el Príncipe de Asturias, parecía como su hermano. Recuerdo incluso que una de mis mejores amigas tenía un póster del novio en la habitación. Cuando aparecieron, con los dedos entrelazados, paseando por la Zarzuela durante la petición de mano –la primera vez que los veíamos juntos-, recuerdo pensar que parecían una pareja de cine. Transmitían una gran felicidad, ¡se miraban de una forma!... Repito: la antítesis de lo que habíamos visto entre Doña Elena y Marichalar.

El acierto de este matrimonio ha quedado demostrado con el paso de los años. Son la pareja perfecta y han creado una familia numerosa con sus bellísimos 4 hijos. La Infanta Doña Cristina probablemente no hubiese sido feliz con alguien del tipo de Jaime de Marichalar, más acorde con la monarquía pero más alejado de la personalidad de la Infanta. Recordemos que uno de sus principales ‘pretendientes’ fue el Duque de Brabante, el príncipe Felipe de Bélgica. Varias vacaciones pasó en Baqueira Beret con la Familia Real española esquiando. Doña Elena ya estaba comprometida por entonces, pero Doña Cristina no parecía muy por la labor. La figura lánguida y melancólica de Felipe de Bélgica, muy parecida a la de su tío Balduino, se equivocaba al buscar en la Infanta una Fabiola de nueva generación. En Matilde d’Udekem sí que la ha encontrado, dulce y chapada a la antigua, como el heredero belga. Tampoco en el príncipe Dimitri de Serbia-Yugoslavia encontró la Duquesa de Palma a su pareja. Se lo adjudicaron como acompañante en la boda de su primo Pablo de Grecia, hacían buena pareja y parecían estar bien juntos. Pero también se trató de una falsa alarma…

Urdangarín se mostró desde sus primeros pasos en la realeza como una persona sencilla y de trato amable. Se notaba que estaba acostumbrado a lidiar con la prensa por su trabajo como deportista. Su familia, además, supo estar a la altura. De sólidos valores tradicionales, tenía clase y con el paso del tiempo hemos comprobado que se ha comportado con total discreción. El matrimonio de los Duques de Palma ha transcurrido también discretamente y nunca ha estado sometido a los continuos rumores que sobrevolaban a los Duques de Lugo. Suponemos también que porque siempre se han demostrado afecto en público. A pesar de todo ello, en los últimos años se han llegado a publicar en la prensa española rumores de distanciamiento en la pareja e incluso he llegado a leer en una revista española –que no cito por no recordar exactamente cuál era- que la causa de la marcha de la familia de la Infanta a Washington ha sido “poner tierra de por medio” ante los indicios de la posible vuelta de Urdangarín con una antigua novia. Absurdo, como la mayor parte de los rumores que llenan las páginas y horas periodísticas españolas, ante la cada vez mayor ausencia de profesionalidad en los medios. Sin duda aprovecharon la separación de la Infanta Elena para adjudicarle el mismo estado a Doña Cristina.

Aunque el balance sin duda ha sido de lo más positivo, no hay que dejar de señalar los continuos rumores y ‘sospechas’ que han recaído sobre los trabajos, negocios, empresas y compras del Dique de Palma. Todo ha sido proyectado de forma mejor o peor intencionada por cierto sector de la prensa, sembrando a veces con ello dudas sobre la legalidad del proceder de Urdangarín. De nuevo cuchicheos y falsas sospechas, como con casi todos los miembros de la Familia Real Española en estos últimos años. Rumores ante los que quizá sí que ha sido mejor poner tierra de por medio. Ellos que pueden.

¿Creéis vosotros que el de la Infanta Cristina fue un matrimonio acertado? ¿Qué pensáis de la trayectoria del Duque de Palma? ¿Os cae bien la pareja?